lunes, 13 de julio de 2009



En la calle Michelena, Beatriz trabaja vendiendo golosinas.

fotografia: Nathalia Ayala

domingo, 12 de julio de 2009

LA RUTINA DE AMPARO

Mientras marcan las 11:10 de la mañana, el mal humor es característico de Amparo Panate, pues a pesar de agradecer su trabajo, la jornada a la que está sometida es muy dura. Su ceño fruncido y sus rápidos movimientos al levantar las bandejas reflejan en ella agotamiento y cansancio.
Viste ropa de fondo negra, la cual protege con delantal de color tomate otorgado por la Institución (UDLA) a la que presta servicios.

Su mañana empieza a las 05:00, tiene que trabajar y estudiar al mismo tiempo en el Instituto Cordillera, tecnología en administración.
Sus obligaciones laborales inician a las 07:00 y terminan a las 14:00, pues se encarga de mantener limpia la cafetería de la Universidad De Las Américas, a la vez que es su deber prestar buen servicio a los clientes.
Los 31 años de Amparo no han sido lo que pensaba, pues desde muy joven cargó con responsabilidades fuertes, el trabajar desde muy joven, para ayudar en los gastos de su casa, hacerse cargo de sus hermanos menores. Hoy cuenta con estabilidad laboral.

Los grandes ojos de color café resaltan en su rostro, pues el azul cubre sus párpados. Su compañero es un trapo blanco que lleva a todas partes sin olvidarlo un solo momento, pues le sirve para limpiar los desperdicios de la mesa y de la bandeja que tiene que ser nuevamente ubicada.

Cabello negro, piel blanca y contextura delgada son sus características. Trata de hacer su trabajo impecable, pero esto no la libera de su rutina diaria por lo que en momentos su carácter no es el mas apto para mostrar sonrisas a los que pasen, a pesar de saber que esta jornada la realizará durante 11 meses garantizados por el contrato firmado.

En medio de una variedad de bebidas, postres, platos fuertes y snacks el día de Amaparo termina, sabiendo que las mismas labores de servir y limpiar tendrá que realizar el día siguiente.

Su mentalidad no siempre está presente en sus actividades laborales, por lo que las preocupaciones y responsabilidad la mantienen pensativa e intranquila, lo que no le permite estar con la mejor disposición en su trabajo y es por esto que el estado anímico normal de Amparo no siempre es el que los clientes merecen, pues a causa de su inestabilidad a menuda cuenta con mal humor, a pesar de que esto no interviene en su excelente trabajo que realiza.