lunes, 22 de junio de 2009

LAS TRIPAS DE LA VICENTINA


El parque de la Vicentina está a disposición de las personas desde las 17:00 hasta las 22:00, es imposible perderse, la gran montaña de humo blanco que se desprende de este lugar es inconfundible, otra manera de saber si están en el lugar correcto es identificando a los vendedores por un delantal verde, pues este corresponde a la organización a la que pertenecen.
Más de 23 puestos son los que están atendiendo a los clientes, con platos típicos como las famosas tripas, seco de pollo, caldos de 31, morcillas.

“La fama es un valor que se aprecia y que debe ser cuidado porque es la representación de su estatus, de su saber y su poder”[1].

Tránsito ahora se encuentra en un puesto junto a su madre y a su hija, “en la actualidad ya llevamos tres generaciones trabajando aquí desde mi madre, mis hermanas y mi hija que de 23 años que también se dedica a lo mismo”, esta fue una aclaración de Tránsito quien lleva trabajando ya 16 años con la mayor amabilidad posible.
Rosario Chicaiza (madre de Tránsito) es una de las mujeres que inició este lugar, cuando ella empezó sólo eran tres personas y se encontraban estabilizadas en la floresta, ella se dedica a la venta de su especialidad las tripas, “El Municipio nos quiere reubicar por las constantes quejas de las personas que residen en este sector, pero yo sé que eso nos afectaría mucho porque disminuiría las ventas” este es el único problema con el que cuenta Rosario.

Los deliciosos platos típicos desde hace 200 años en Quito han trascendido hasta la actualidad, las nuevas generaciones son las que van apoderándose de los lugares más tradicionales de comida. Los tres sectores de la Capital: Norte, Centro y Sur son en los que han mantenido viva la tradición culinaria Quiteña.

Los productos y los escenarios que tiene la cocina tradicional, hacen de la capital una ciudad diferente, es importante distinguir a la comida tradicional como algo del presente y del pasado y no sólo como un recuerdo, el gran simbolismo que representa el arte culinaria ancestral es lo que ha mantenido viva a pesar de encontrarse en la constante lucha contra la “comida rápida”; “el menú hogareño siguió siendo tradicional hasta fines de los 60”.
Lo tradicional es la esencia pura de todo lo que existió y aún permanece presente en cada familia.

Para los consumidores de la comida tradicional quiteña, esta costumbre tiene un valor sentimental y simbólico, además que es una manera de demostrar el gusto por los antojitos antiguos.
Carrillo María Cristina, “El sabor de la Tradición (escenarios y actores de la cocina tradicional)”, ediciones UPS y Abya Yala (página 64)
fotografía: Nathalia Ayala

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